Durante milenios la gente guardaba por su propia cuenta sus casas de los ladrones. Para esto tenían que montar la guardia, dormían por turnos, todo esto bien incómodo. Sólo en el siglo XIX la humanidad inventó la primera alarma llamada "el Guardián electrónico". El sistema consistía de electroimán, campanilla y cables que en caso de alguna intervención de los delincuentes se unían o se separaban, cosa que activaba la alarma que hacía sonar la campanilla. Si el "guardián" estaba conectado con la línea telefónica, la delegación policial más cercana recibía una llamada.